BUICK CENTURY 1955. SUSTANCIA Y ESTILO

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La bonanza económica de Estados Unidos, a pocos años de finalizar la Segunda Guerra Mundial, era el motor que impulsaba a la industria automotriz de ese país, que rápidamente pasó de fabricar material bélico a renovar su portafolio de modelos. General Motors era la principal empresa del país y de entre sus marcas, Buick apuntaba directamente a la clase media alta, que en la década del 50 crecía a pasos agigantados.

Ubicada a un nivel de precios inferior a Cadillac, Buick era una marca que estrenaba todo tipo de nuevas tecnologías, una marca que era vista en todo el mundo como un símbolo de estatus y como tal debían tener el tamaño y la presencia adecuados, con lo que estaban bastante recargados de cromo. Debido a esto era algo difícil distinguir a los modelos populares de Buick de los más lujosos, por ello el departamento de diseño tomó un elemento distintivo de la marca como las salidas ovales en los guardafangos delanteros, conocidas como “venti ports”. Los vehículos más sencillos (si es que esa palabra puede aplicarse a un Buick de los 50) como el Super o el Special, contaban con tres salidas, mientras que los más lujosos como el Roadmaster o Century tenían cuatro.

1955 fue un año especial para Buick, con las mejores ventas de su historia, lo que les permitió ser la tercera marca en ventas detrás de Chevrolet y Ford. Fueron en total 738,814 Buick que salieron de la planta de Flint, entre ellos este Century que les mostramos. Parte del éxito se debió a un nuevo diseño de carrocería, con un parabrisas curvo, a 20 colores diferentes y a un buen precio. La fábrica produjo 55,088 Century sedanes a un precio base de 2,548 dólares.
El Century se montaba sobre el chasis con una distancia entre ejes de 122 pulgadas, para un largo total de la carrocería que se atornillaba sobre él de 206.7 pulgadas, por lo que en términos norteamericanos se trataba de un B Body, es decir, no era el más grande de los Buick.

El motor V8 (¿había alguna otra opción en un Buick?) tenía válvulas a la cabeza, por eso se le conocía comúnmente como “nail head”, aunque internamente Buick los llamaba Fireball. Tenía un desplazamiento de 322 pulgadas cúbicas y producía 188 HP. Era un motor muy nuevo, ya que se había estrenado en 1953 en reemplazo del 8 cilindros en línea que ya tenía dos décadas en uso. En el aspecto tecnológico también lo era, pues tenía cámaras de combustión muy pequeñas, con válvulas a 45 grados en relación con el eje del cilindro. Esto generaba mayor torque a bajas revoluciones, lo que daba la sensación de ser un auto muy potente. En la versión que equipaba al Century se usaba un carburador de cuatro bocas y una compresión 9:1, con lo que la potencia subía a 236 HP, lo que le permitía alcanzar una velocidad máxima de 110 mph. La fábrica anunciaba un tiempo de 9.8 segundos para el 0-60 kph y de 17.5 segundos para el cuarto de milla, lo que lo ponía entre los sedanes más rápidos de esa era, de allí que tenían el apodo del “hoy rod de los banqueros”.

Una sola transmisión estaba disponible para este modelo, la automática Dynaflow, que permitía una buena aceleración y un consumo razonable a velocidad constante. Era una transmisión diseñada no para un manejo deportivo o para los arrancones, sino para ofrecer mucha suavidad entre cambios.
Los frenos son de tambor en todas las llantas, con tambores de hierro de 12 pulgadas de diámetro y asistencia hidráulica.
El interior es una mezcla de vinil con tela, conocida como Cordaveen en Buick y en los mismos colores de la carrocería.
El tablero es metálico, con una serie de insertos decorativos en aluminio con un atractivo diseño. El cuero de instrumentos incluye ademas del velocímetro, medidores para temperatura de agua, presión de aceite, amperímetro y reserva de gasolina.
Un timón de bakelita blanca, con un gran diámetro permite dirigir al Century, que avanza o retrocede, mediante una palanca de cambios en la caña del timón. El modelo que presentamos cuenta con power steering, pero no con aire acondicionado, que era una opción poco común en 1955. El radio también era una opción, aunque el que actualmente está en el auto no es el modelo original.
Un baúl de buen tamaño, permite llevar la llanta de repuesto en posición vertical y dejar espacio suficiente para varias maletas.

¿COMO LLEGÓ A LAS MANOS DE SU ACTUAL PROPIETARIO?
Este Century estuvo gran parte de su vida en Ohio, Estados Unidos. Su actual propietario, estuvo en un funeral de un familiar y durante su estadía vio el auto anunciado en Craiglist, procediendo a verlo y comprarlo.
El optó por el auto ya que en su familia su mamá había tendió siempre Buick y quería algo de esa marca que le recordara tanto su infancia como a su progenitora.
El auto había sido adquirido por el vendedor unos años atrás y había empezado su restauración, con lo que ya no tenía su color original sino una base gris, pero fuera de eso se le había hecho muy poco, por lo que el auto iba a necesitar muchas horas de trabajo, para volverse a poder usar.
Como es común en muchos autos de esa época, el óxido es bastante habitual, básicamente por mal diseño que permite acumular agua en ciertas partes pero también por la costumbre de usar sal en las carreteras cuando nieva, por lo que este auto importó algo de oxido estadounidense a su llegada a Panamá. Otro problema recurrente, son las picaduras en los cromos, algo abundante en este auto.

Cuando el auto llegó al país, hace tres años, su propietario lo llevó a varios talleres, para que lo restauraran, pero nadie quiso o se atrevió a hacerlo. Finalmente consiguió un mecánico colombiano, que se puso manos a la obra y sin cambiar gran cosa, puso a funcionar el motor y los frenos, para luego entrar de lleno en la carrocería. Para el trabajo de pintura se tomó la combinación original de doble tono con rojo Cherokee y blanco Dover y se contrató a un pintor, que hizo el trabajo en un deposito que tiene su propietario en la Capital, donde se hizo todo el trabajo de mecánica y carrocería.
Una vez, mecánicamente sano y con la carrocería reparada y pintada, al auto se le consiguieron algunas partes faltantes, se le compraron llantas nuevas y pronto estuvo listo para rodar. Hace poco menos de un año, finalmente pudo rodar en suelo panameño y desde entonces su propietario lo usa regularmente, provocando la admiración y envidia de los afortunados que lo han visto circular por las calles de la Capital.