CITROEN 2 CV. PATITO FEO

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El auto que movilizó a Francia y a varios países latinoamericanos.

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Citroen decidía continuar con el desarrollo del prototipo TPV (Tres Petite Voiture), que inicialmente había sido concebido como un vehículo para agricultores y adaptarlo a un uso cotidiano.
Nacido de una idea de André Lefevre, para sustituir la tracción animal en las zonas agrícolas, debía tener capacidad para cuatro adultos, cargar 50 kilos de productos, una velocidad máxima de 60 km/h y capacidad para circular sobre un campo arado con una cesta de huevos, sin romper ni uno, de acuerdo al pedido de Pierre Jules Belanger, presidente de Citroen a mediados de la década del 30. Los prototipos iban a mostrarse en el Salón de París de 1939, pero la guerra estalló un mes antes y algunos autos quedaron guardados en una buhardilla, lejos del alcance de los nazis. Al terminar la gran guerra, se retomaba el proyecto, con las limitaciones de imponían la falta de materia prima y equipos.

Los primeros vehículos de producción salen al mercado en 1948, con un motor de 2 cilindros refrigerado por aire y un desplazamiento de 375 cc. La carrocería era una mezcla de aluminio y lona, ya que el acero era escaso en esos momentos. El precio era lo suficientemente bajo, para que los agricultores pudieran comprarlo, pero también para los obreros que empezaban a tener recursos, gracias a su trabajo. El auto era catalogado dentro de un régimen impositivo de caballos fiscales como de 2 CV, pese a que en realidad el motor entregaba 9 HP.

Pese a que los medios no le dieron una buena acogida, el público lo aceptó con entusiasmo, pues su precio lo ponía al alcance de muchos, lo que generó más demanda que lo que podía producir Citreoen, con lo que había clientes que debían esperar hasta 3 años para conseguir un cupo.
Debido a que la mayoría de compradores no era la clientela que originalmente buscó Belanger, sino una más urbana, el auto fue evolucionando con los años y ya en 1954 el motor tenía 425 cc y 12 HP, dos años meas tarde, se cambiaban los asientos, que seguían siendo de tubos, pero con mejor tela, el vidrio trasero crecía y el techo pasaba a ser de un material plastificado. En 1963 se eliminaba la apertura de las puertas desde el poste central y se dejaban con la apertura contraria al sentido de marcha, luego se incorporaría un vidrio en el poste C y en 1966 el motor pasaba a los 602 cc.
El modelo 2CV 6 hacía su aparición en 1972, con cambios sustanciales en luces, parrilla y defensas. El motor se mejoraba para que entregara 32.5 HP y su velocidad máxima se fijaba en 120 km/h. Así continuaría hasta 1982, donde se volvían a hacer cilleros cambios estéticos y se incorporaban los frenos delanteros a discos. En 1990 el último Citroen 2CV dejaba la planta de la marca en Portugal, luego de más de 5.11 millones de unidades fabricadas. Para ese entonces el 2CV había sido fabricado no solo en Francia, sino en España, Portugal, Bélgica, Gran Bretaña, Yugoslavia, Irán, Camboya, Argentina, Chile y Uruguay.

La primera representación de Citroen en Panamá, data de 1975, cuando Maquinaria y Equipo Romero, se convirtió en el importador, con vitrinas en David y en la avenida Frangipani en Panamá. Pocos fueron los 2CV que pudieron vender, pues el auto ya se veía pasado de moda, sin embargo, si se llegaron a ver algunos por nuestras calles, uno de ellos es el que hoy les mostramos.
Cuenta con la última generación de motor con 32.5 HP, con una transmisión manual de 4 velocidades y una suspensión con brazos longitudinales en los costados unidos a barras de torsión, con esto el movimiento de la rueda delantera es contrarrestado por la trasera, con lo que se tiene un andar muy cómodo sobre caminos irregulares y una estabilidad muy alta.
El interior es tan espartano como el exterior, con dos bancas como asientos, tapizados en tela, con apenas tapicería en las puertas, en plástico duro, con vidrios fijos atrás y que se doblan por la mitad en la parte frontal. Frente al conductor un diminuto tablero en cuyo interior hay un velocímetro rectangular y tres botones. El timón, con un estilo típico de la marca solo tiene un brazo, lo que permite ver el instrumento con claridad.

El actual propietario se lo compró al comprador original del auto, que por años lo guardó en un estacionamiento cerrado en El Cangrejo. El auto parecía entero, pero el paso de los años y la inmovilidad dejaron huella, con lo que hubo que hacer una reconstrucción total. La carrocería tomó bastante trabajo, mientras que el motor se consiguió nuevo en una unidad con la transmisión. Toda la suspensión y dirección se hizo nueva y finalmente se pintó en una combinación que imita la versión Charleston, pero con un color fucsia, que no venía en esa versión.
Fueron casi dos años de trabajo continuo, pero el resultado está a la vista, con un auto que llama enormemente la atención y que está en condiciones de darle la vuelta al mundo.