FERRARI 512 TR. UN SIMBOLO DE LOS 90

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En 1984 Ferrari lanzaba un auto revolucionario, cuya foto llenaría las paredes de los cuartos de todos los adolescentes y cuyo nombre: Testarossa, provocaba deseo y admiración.

El nombre, que en italiano significa cabeza roja, venia dado por la pintura roja en los cabezotes de su motor, un V12 colocado en la parte central de una carrocería diseñada por Pininfarina, con unas grandes branquias laterales, que serían su símbolo por muchos años. En su momento contaba con el motor más potente montado en un auto de producción y propulsaba al tercer modelo de la marca que superaba los 300 km/h

Para 1992, Ferrari actualizaba el Testarossa y le cambiaba el nombre a 512 TR. El chasis F 110 HB se mantenía, mientras que el motor de 12 cilindros y 5.0 litros, fue objeto de una serie de cambios que permitieron bajar el centro de gravedad del auto a la vez que se aumentaba el torque y la potencia, gracias a un nuevo escape y diferente diseño del colector de admisión, junto a nuevos radiadores de refrigerante. El tacto de la caja de cambios se suavizaba y se hacía más precisa, se instalaban diferentes engranajes y sincronizadores y se colocaba un embrague diferente. La carrocería también tenía diferencias con la anterior, con un frente nuevo, variaciones en la rejilla de la tapa del motor, rines distintos y una parte trasera con ligeros cambios, especialmente en el área de la placa. En el interior, el timón tenía un nuevo diseño, se cambiaron los asientos y algunos detalles de acabado. Básicamente el objetivo que buscaba Ferrari con esos cambios era mejorar la parte aerodinámica de la carrocería, actualizar la ergonomía y aumentar el confort de marcha.

A simple vista no todos los cambios eran visibles, así por ejemplo, los frenos crecían en tamaño y contaban con circuitos hidráulicos separados para cada eje, pinzas de aluminio con pistones de mayor tamaño y servoasistencia. El diseño de la suspensión independiente se adaptaba a unas ruedas de mayor tamaño, con las delanteras con rines 8Jx 18 pulgadas y llantas 295/35 ZR18, con lo que se aumentaba la vía delantera, y las traseras con 10.5 J x 18.
Para el 512 TR la fábrica anunciaba una potencia de 428 HP y un torque de 491 Nm, cifras respetables aun en nuestros días. Con un peso de 1,473 kilos, podía alcanzar los 313 km/h y acelerar de 0 a 100 km/h en 4.8 segundos. Cifras muy impresionantes, aun con los estándares actuales.
A pesar de esas cifras, nunca fue un auto de competencia, pues Ferrari lo había pensado como un deportivo fácil de manejar y rápido en autopista.
Mientras del Testarossa original se hicieron 7,177 unidades, el 512 TR es aun más exclusivo pues la cifra de ventas no llegó a 2,300. Con esas cifras el Testarossa y sus sucesores, el 512 TR y el 512 M fueron autos muy exitosos para Ferrari y de hecho son los V12 más vendidos en su historia.

ESTE FERRARI
Aquí en Panamá, alguien decidió que el cuadro que colgaba en su habitación de infancia, iba a ser real y compró uno hace unos 10 años en Estados Unidos. El auto permaneció junto con media docena de Ferrari, estacionado en un edificio en Costa del Este, con poco recorrido pero mucho cuidado, ya que se mantuvo siempre inmaculado y con los mantenimientos al día en la agencia.
Hace un año, Schubert Auto tenía a la venta un Porsche de colección y el propietario del Ferrari, les propuso un negocio de plata y el 512 TR por el Porsche. El Ferrari tenía un mantenimiento reciente, pero presentaba un fallo pequeño y mucho olor a gasolina, pero aun así, cerraron el trato y el 512 TR pasó a formar parte de la colección particular de Schubert Auto. El fallo era debido a un regulador de presión de gasolina que se cambió y a partir de ese momento el auto anda como una seda.

El interior, típico de los 80, con abundancia de relojes, la típica palanca de cambios con una rejilla inferior que no permite errores y un tablero de líneas rectas muy sencillo. Al ser un auto para el mercado de Estados Unidos, tiene el cinturón de seguridad, que se mueve al abrir la puerta, algo común en los autos ochentenos americanos, de la época donde el uso del cinturón empezaba recién a ser obligatorio. Solo dos plazas, que disfrutarán de unos asientos anatómicos forrados en cuero de alta calidad, junto con una gruesa alfombra del mismo color de los asientos.

Tuvimos la oportunidad de acompañar a su propietario en un recorrido y comprobamos que el auto acelera realmente rápido, acompañado por un sonido exquisito, sin ser estridente. Una vez dentro del auto, la percepción es de ir sentado muy cerca del suelo, con lo que las sensaciones se acentúan. No podemos decir que es un auto cómodo, pues cualquier imperfección de la calle, se siente donde nos sentamos, eso sí, con muy pocos ruidos y la sensación de que no hay límites a la hora de tomar una curva.
Gracias a Max Schubert, por cumplir nuestro sueño de juventud y llevarnos a pasear en un auto soñado del que solo hay otra unidad en Panamá.