MUSEO HENRY FORD

«Estoy coleccionando la historia de nuestra gente, con cosas hechas por sus manos y que usaron.» Henry Ford
Henry Ford amasó una gran fortuna con sus automóviles, lo que le permitió incursionar en otros campos, muchos de ellos relacionados con el transporte y otros con su afición por preservar a futuro el mundo tal como el lo había conocido. Es por eso que el museo Henry Ford, situado en Dearnborn en las afueras de Detroit y junto a varias de las más importantes oficinas de la marca no es solo un tributo al ingenio de un hombre que revolucionó la manufactura automotriz sino un legado personal.
En 1929 Ford terminó la construcción de un complejo de edificios que albergaría el Instituto Thomas Alba Edison, dedicado a propósitos educativos y dedicado a su gran amigo, el inventor del bombillo. En su interior aun se conserva la primera plancha de cemento con la pala clavada en él y el nombre de Edison escrito en el bloque. Tras cuatro años, una parte del complejo se convirtió en museo, exhibiendo la colección personal de objetos que tenía Henry Ford. Con el tiempo el museo ha ido absorbiendo los edificios del Instituto Edison, que se han ido integrando de tal forma que no hay una separación física entre ellos, al punto que desde su interior las casi 5 hectáreas de museo parecen estar bajo el mismo local.
Las dos grandes aficiones de Ford, los autos y la aviación ocupan la parte principal del museo, que además incluye varias locomotoras de vapor y muchos utensilios caseros de la revolución industrial. Pero eso no es todo pues una parte del museo está dedicada a equipos industriales de esa era y que incluye toda clase de motores, incluyendo uno de los primeros generadores eléctricos movidos por agua. Encontraremos también muebles de todo tipo e incluso una casa de metal, un prototipo de lo que debía ser la casa del futuro o Dymaxion.
Dentro de los objetos históricos que tiene el museo se encuentra la silla del teatro Ford, donde estaba sentado Lincoln cuando fue asesinado, el bus donde Rosa Parks viajaba y donde se negó a sentarse en el área reservada para gente de color, que inició las revueltas por los derechos civiles de las décadas del 50 y 60, más una colección de autos presidenciales, entre los que está un Lincoln Continental usado por el Presidente John F. Kennedy.
Ford incursionó en la aviación, fabricando sus propios aviones, por lo que el museo tiene una buena colección de ellos. Incluso al lado de ese se encuentra el aeropuerto privado construido por Ford cerca a su propiedad. Una replica del avión de los hermanos Wright se exhibe en el museo, junto a varios aviones y un diorama a escala real del avión Fokker que usó, Richard E. Bryd para su expedición al polo norte. El avión se llamaba Josephine Ford en honor a la hija de quien patrocinó la expedición, Edsel Ford, hijo de Henry.
El objeto principal del museo es el automóvil y aunque uno podría pensar, que con la vasta producción de más de 100 años, todos serían de esa marca, no es cierto, pues se recogen más de un siglo de historia, con los más importantes modelos que han hecho impacto en la historia automotriz de Estados Unidos, por lo que la gran mayoría de vehículos en exhibición tienen ese origen, salvo raras excepciones.
Las exhibiciones de autos se han agrupado por eras, así hay una zona donde encontraremos los primeros autos fabricados en Estados Unidos, entre los que se encuentran los primeros Ford, también hay una zona reservada a los autos de carreras, donde podremos ver lado a lado, dragsters, Indy Cars y de NASCAR. Hay zonas exclusivas de los autos de los años 50 y otra con los de los 60, más áreas típicas de la cultura americana, con un «drive inn» junto a autos de esa época y a otro con uno de los primeros arcos dorados de McDonalds.
Henry Ford se dio a conocer, tras haber intentado fabricar un automóvil sin mucho éxito: el Quadricycle, con un auto de carrera de 80 HP conocido como 999 y con el que ganó una importante apuesta. Ambos autos ocupan un lugar de importancia en el museo, que también incluye un stand dedicado al Mustang, con uno de los prototipos y el primer Mustang vendido. Otro stand individual muestra al auto más vendido por Ford, el T como una maqueta desmontada, lo que permite observar todas sus partes. Sin embargo, en nuestra visita encontraremos muchos de los autos que han hecho famosa a la marca y a sus marcas hermanas, como Lincoln, Mercury y Edsel. Modelos con nombres como Thunderbird, A, Bronco, Fordor, Continental, Cougar, Montclair, Citation, Escort, tienen algún representante, como debía ser con los modelos que más prestigio o ventas le han dado a Ford y junto a estos encontraremos autos de otras marcas que también marcaron un hito en la historia automotriz norteamericana, incluyendo los de marcas no estadounidenses, como Honda que tiene uno de los primeros Accord fabricados en estados Unidos en exposición. Junto con los grandes clásicos americanos, con representantes de Lincoln, Cadillac y Duesemberg, el museo tiene uno de los pocos Bugatti Royale en existencia.
Esta atracción turística visitada por mas de millón y medio de personas por año, es un lugar para aprender y entretenerse, pero sobre todo nos permite ver como vivieron nuestros padres, abuelos y bisabuelos a través de sus autos y los objetos cotidianos que tenían. Un lugar que nos hará comprender de donde venimos y hacia donde vamos.
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